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Una Lima sin tráfico, soluciones viables



Cómo poner en vereda la congestión vehicular en Lima.

Múltiples estudios ilustran la magnitud de un problema que los ciudadanos de Lima experimentan: el tráfico agobiante y, entre otras de sus causales, las deficiencias de la infraestructura vial. 

La Fundación Transitemos estima que 38% de la población limeña (la que se moviliza en transporte público) pierde entre 1.30 y 1.50 horas diarias secuestrada por el tráfico. Esto es, 20 días al año. De otro lado, una encuesta que forma parte del II Estudio de Tráfico y Tendencias de Movilidad Urbana en Lima 2018 (Escuela de Dirección de la Universidad de Piura) indica que el 51% de limeños atribuye a la congestión vehicular el tiempo que deja de pasar en familia para desplazarse a sus actividades.

Las soluciones al problema no son desconocidas, pero mientras más tardan en aplicarse, este se agrava. Diversos expertos coinciden en la necesidad de contar con un sistema de transporte masivo que contribuya a eliminar el número de vehículos de las vías. De hecho, la reforma del transporte iniciada hace un lustro apunta en esa dirección.

Sin embargo, las marchas y contramarchas en su implementación conspiran contra la misma. Según Gustavo Guerra García, exviceministro de Transportes y expresidente del directorio del Instituto Metropolitano Protransporte de Lima, actualmente, el 70% de la congestión ocurre a causa de taxis y colectivos informales. Se trata, explica, de unidades de reducido tamaño que transportan a pocas personas, pero que en conjunto ocupan mucho espacio. “En la avenida Arequipa, 60,000 pasajeros se han bajado de los corredores para subirse a los informales, que pasan con mucha frecuencia, pero generan que los buses formales vayan lentamente. Al ir el bus despacio, menos gente va en transporte formal y más en colectivo”, explica Guerra García.

Con la ola verde, se podría conseguir  un ahorro de dos minutos por cada intersección, es decir, hasta 30 minutos de tiempo por tramo.

Es necesario acelerar y profundizar la reforma. Juan Tapia, presidente del Centro de Investigación y de Asesoría del Transporte Terrestre, propone mejorar lo que está en marcha: vehículos de transporte masivo de mayor capacidad, buses articulados de 12 metros especialmente para los corredores más grandes. “Esto de alguna manera libera las vías de tanta combi y de tanto auto colectivo”, explica.

A su vez, Juan Dextre, experto de la PUCP, y Rómulo Chinchay, consultor en Ingeniería del Transporte Urbano, coinciden en que es necesario mejorar el diseño y servicio de los sistemas existentes (metropolitano, corredor, tren, etc.); también regularizar la situación de los taxis informales (más de 250 mil) y reducirlos en número para evitar la sobreoferta. El uso de taxímetros, por otra parte, es otra medida de solución, pues así se evitaría la acostumbrada negociación en la vía pública, que contribuye a la congestión.

Ajustes puntuales en otros aspectos también pueden generar avances importantes. Mario Chong, vicedecano de Ingeniería Empresarial de la Universidad del Pacífico, señala un par: el giro obligatorio a la derecha debería ser una norma en todas las vías salvo que esté específicamente regulada, y el establecimiento de horarios de entrega en vehículos de carga pesada. Asimismo, se requiere revisar las autorizaciones concedidas en algunos municipios distritales para la colocación de rejas en calles secundarias, que se mantienen cerradas aun en “horas pico”.

La restricción de giros a la izquierda evitaría las causas de conflicto que se forma en las intersecciones de las principales avenidas de la ciudad.

También se espera una mejora en el sistema de semaforización de la ciudad. El software de los semáforos de Lima, en su mayoría, no es compatible entre sí. Basta con sincronizar los sistemas para crear continuidad en una misma vía mediante un desfase progresivo (ola verde) y darle fluidez. Según Fernando Perera, de Protránsito, las olas verdes podrían reducir en 30% la espera de vehículos en semáforos.