Rocío

Algunos nuevos comensales se acercan a la señora Esther y la llaman Rocío. Piensan que don Samuel Haro bautizó el restaurante en homenaje a su esposa a quien conoce desde el colegio. Se equivocan. La pareja decidió llamarlo Rocío en honor a su primogénita quien ahora los ayuda a administrar el local. Un nombre que les ha dado suerte, aseguran los hermanos. La pareja llegó a Santa María desde Áncash. Don Samuel trabajó en el popular club Esmeralda, donde aprendió a cocinar, y decidió abrir el restaurante para pagar la universidad a sus tres hijos. En un inicio solo había una parrilla y un par de mesas. Consiguieron un mayor espacio y se abrió el restaurante cuyas especialidades se convirtieron en la suprema (siempre de pechuga), el pollo a la plancha y el arroz a la cubana. En los noventas, los jóvenes caían por las dos primeras opciones: platos bien servidos con sus papas fritas y arroz. Todos en la familia colaboraban ya sea para ‘mozear’, pelar papas o cobrar. El local continuó creciendo. En el 2006 abrieron otro restaurante en San Bartolo y en el 2008 añadieron a la carta los platos marinos. Trabajan con tres pescados: perico (es lo que ofrece el mar y Don Samuel no lo desprecia), corvina y lenguado traídos, todos los días, del terminal pesquero de Villa María del Triunfo. “No hay nada gourmet, muy pequeño y más adorno. La gente quiere comer”, sentencia.

Rocío