Helados gourmet Casablanca

Sobre mesas de palmera y guayabo, Alicia González y Luis Vera sirven algunas de sus 44 variedades de helados orgánicos. Con los años, ellos han aprendido que el batido es el paso más importante -un minuto de más y pierde textura- y que cada fruta tiene su truco. ¿Cómo llegaron a Pachacámac? A Alicia le detectaron glaucoma y la operaron, pero sus días de trabajar frente a la computadora habían terminado. La familia tenía un terreno en la urbanización Casablanca por lo que decidieron iniciar una nueva vida allí.

Cultivaban lúcuma, fresa, maracuyá y durazno que luego vendían. Unos vecinos, ingenieros agrónomos, les aconsejaron cambiar a la agricultura orgánica y se metieron de lleno. Siguieron talleres en el Senasa y el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) donde les enseñaron a trabajar con injertos. Fue entonces que a Alicia se le ocurrió vender helados hechos con las frutas que cultivaban. “Los primeros le salieron escarchados -recuerda Luis- Ahora somos como el postre de un restaurante campestre”. Ella siguió cursos para aprender a prepararlos y en su huerta incorporaron la guanábana, el mango, limones Tahití, zarzamora, etc.

En el 2013 abrieron oficialmente y, hasta el momento, sus estrellas son los helados de lúcuma (preparan hasta 30 litros semanales), chirimoya Cumbe (porque con otras les sale aguachenta), arroz con leche y pie de limón. Dividen su carta en: helados con licor (ej: Riccadonna o malta), súper premium (cacao orgánico al 100% o frambuesa), premium (arroz con leche), especiales (cashú o ron con pasas), frutos del huerto (uva borgoña o lúcuma). También ofrecen cremoladas, algunas galletas y mixtos además de jarras de chicha y maracuyá (solo fines de semana). “Ya no vendemos fruta, vendemos producto transformado”, dice un sonriente Luis.

* Ojo: hay delivery por los alrededores, a partir de 1 litro, hasta las 10 p.m.