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La buena alimentación con Stephanie Orúe



Nos sentamos a la mesa con la actriz y, aunque nos encontramos en un restaurante de parrillas, primero conversamos sobre vegetales y ensaladas. Se explaya en su pasión por la palta y el camote salpicando la plática con datos nutricionales. Deportista desde los 15 años, Stephanie aprendió a llevar una dieta saludable sin privarse. Le gusta cocinar en casa y compartir la cena con su chico, ambos fans de las parrillas. Ella acompaña la carne –término medio- con ensaladas sin aliño. Dejamos atrás la charla gastronómica para pasar a su trabajo en la telenovela “Valiente amor” y la cinta “La última noticia”.

¿Te gusta cocinar en casa?

Sí, generalmente por la noche. Es importante cenar en casa con mi chico. A veces preparamos algo juntos. Cuando lo conocí, él siempre comía menú en la calle, chaufa con harta mayonesa y así. Empezamos a cenar en mi casa y le dije que yo cocinaba bien sano. Ahora él siempre me pide ensalada, que la palta y el camote. ¡Antes nada que ver! Ha asumido esa y otras cosas como el no saltarse las comidas.

¿Qué ingredientes te resultan básicos?

Aceite de oliva, sal, sazonador Maggi y ajo molido.

¿Quién te enseñó a cocinar?

Aprendí sola, cuando me metí de lleno al deporte. Mi mamá me ayudaba, hacía el guiso para la casa y me separaba una pechugita que yo preparaba. Cuando me independicé me di cuenta que me gustaba ponerle color a la ensalada. Compraba todos los ingredientes para variar y ponía rienda suelta la imaginación.

¿Algún secreto culinario de tu familia?

¡Los tamalitos de mi abuelita! Uff. Cocina tan rico. Ella prepara los tamalitos verdes con molino. Ahora se encarga de la cocina en una iglesia cristiana y, por un intercambio culinario con mexicanos, le agregó pescado a sus tamalitos. Pero me gusta más el tradicional. Es chévere que a su edad quiera innovar en recetas. Los fines de semana mi mamá prepara carapulcra de tres carnes (pollo, chancho y carne) y al final le mete un trocito de chocolate.

En tu familia, ¿era importante reunirse en torno a la mesa?

Creo que no porque teníamos horarios distintos. Para el Día de la Madre generalmente comemos pollo a la brasa por mi abuelita. En su chip entiende pollo como unión. Es más fácil, no gastas tanto y cada uno come su presa. Ella es feliz.

¿Hay algún cocinero al que sigas?

Me gusta mucho Sandra Plevisani. ¡Sus postres! Lo barroca que puede ser, es su estilo. Grande, poderoso. Trae el pedazo vacío ¡pero, espérate! Ahí viene la obra de arte. Le echa azúcar, las fresas, la nuez. Me encanta cuando dice ‘voy a sacar lo último para no desperdiciar’. ¡Su pie de manzana es inmenso!

¿Cuál es tu rutina deportiva?

Empecé a los 15 años en el gimnasio y me metí de lleno con las pesas. Después aprendí diferentes disciplinas como el full body. Hace tres años practico muay thai entonces combino rutinas. Empecé con un profesor que practicaba el tradicional (de pelea) cuando grababa “Comando Alfa”. Me gustó porque es más completo. Mi chico es profesor de muay thai y yo me zampo a sus clases (sonríe).

¿Qué es lo que te gusta de El Hornero de Chorrillos?

La carta. Como carne roja máximo tres veces por semana, con dos veces estoy bien. Me gusta comerla con sangrecita, que el centro quede medio roja. El precio no es muy bajo, pero la media porción puede ser para dos personas. Y la ensalada tiene palta. Además la vista es agradable y es fácil de llegar.

¿Y tú chico es parrillero?

¡Sí! En la reunión de fin de rodaje, el esposo de la anfitriona se había encargado de ver todo. De pronto volteo y mi chico ya estaba junto a la parrrilla. Pensé ‘chévere, se va a distraer’. Pasaron las horas, el esposo de la anfitriona se fue y mi chico seguía. ¡Se hizo toda la parrilla feliz!

Pensando en “Valiente amor”, ¿eres consumidora de novelas o película románticas?

Claro, me encanta Federico Moccia. El año pasado leí dos libros de él y luego decidí cambiar a Murakami. Totalmente distinto. Ahora último volví a Moccia y compré “Carolina se enamora”. Es un melodrama, los personajes sufren y se aman con profundidad que es lo que sucede con Alejandro y Valentina [protagonistas de “Valiente amor”]. Ellos sufren intensamente, pero cuando están juntos se dejan llevar y juran ‘que te amo hasta el infinito y las estrellas’. Yo soy romántica pero Nicolás [Galindo, coprotagonista] RE-NE-GA-BA con estos diálogos (risas).

¿Ves a Valentina como una heroína clásica?

Sí, además porque tiene el lado justiciero. No es una chica que busca venganza sino justicia. Hay un momento de la historia cuando la cosa se pone más intensa y se convierte en una lucha más directa entre ella e Inés [interpretada por Sofía Rocha], esa vieja racista que mató a la familia de Valentina. Hay un momento donde se mezclan la rabia con la fuerza que la motivan en busca de justicia.

¿Cuál ha sido la reacción del público ante este amor prohibido?

La mayoría de personas se compenetran con la novela. No sé si es porque saben que es una historia de amor prohibido (los protagonistas supuestamente son medios hermanos) y quieren que estén juntos porque así es el ser humano, pero es lo que la gente quiere.

¿Y tú también quieres que al final se queden juntos?

Sí, siempre. Además con las historias que leo espero que los protagonistas se queden juntos. Aunque no siempre sucede.

Se estrenó la cinta “La última noticia”. Cuéntame de tu papel. 

Es una película que grabamos hace dos años en Ayacucho. Mi personaje es Teresa, la esposa de Alonso (Pietro Sibille). La historia te quiere mostrar cómo esta lucha -entre Sendero Luminoso y las Fuerzas Armadas- cambió la vida de personas como tú o yo. Alonso tiene un programa de radio folclórico pero su mundo se va desmoronando cuando se encuentre en medio de ambos bandos al decidir lanzar un programa de información y opinión llamado ‘La última noticia’. La película invita mucho a la reflexión.

¿Qué otros proyectos tienes para este año?

Tengo ganas de hacer microteatro, puede que en un par de meses con una amiga. No es una plataforma para ganar dinero, pero sí para mostrar tu trabajo desde diferentes puntos como dirección, dramaturgia y actuación. Y una obra puede estar redonda en 15 minutos [el tiempo que duran]. Me metí a un taller de dramaturgia además estoy en clases de canto.